Amo el cine. Valoro el esfuerzo, la dedicación y la coordinación con la que tantas personas han de trabajar para sacar un proyecto cinematográfico adelante. Esto, no obstante, no me impide ver cómo cada año salen a la luz innumerables proyectos artificiales, de tramas forzadas y diálogos banales que me hacen entender, muy a mi pesar, que el negocio del cine y las ansias de fabricar dinero están venciendo, o como poco, eclipsando, a aquellos que luchan por dejar entrever la parte más artística del mundo del cine, a aquellos que buscan recaudar lo mínimo para lograr una cantidad de beneficios suficiente como para poder seguir dedicándose a esta industria, aunque ello suponga sacrificar gran parte de su sueldo. Esto es exactamente lo que le ha sucedido a Richard Linklater para ejecutar esta obra maestra atemporal llamada
Boyhood.
Boyhood comenzó como proyecto en 2001, aunque su grabación empezó en verano de 2002 en la ciudad natal del director: Texas. Para esta película, Richard contó principalmente con su gran amigo Ethan Hawke (padre en la película), con la recientemente oscarizada actriz Patricia Arquette (madre de Mason), con la hija de Linklater, Lorelei Linklater (hermanda de Mason) y con Ellar Coltrane (Mason). La grabación se alargaría hasta 2013, filmándose una semana de verano por año hasta finalizarla. Es la paciencia y el compromiso de estar atado a un proyecto durante tanto tiempo, la disposición a adaptar el cambio en una película y saberlo reflejar, la grandeza de esta película, sobretodo teniendo en cuenta que para la grabación de un filme se emplea un año a lo sumo.
Richard entendió perfectamente que desde el mismo momento en el que se sintiera sujeto al tiempo, a la elucubración y ejecución de algo efímero y efectivo, estaría cayendo en el mismo saco que muchos de sus compañeros de profesión: estaría cayendo en el olvido.
Boyhood jamás será olvidada por los "pocos" que la hemos visto y hemos sabido interpretarla y valorarla como se merece. Pero... ¿de qué va
Boyhood?
Boyhood va simple y llanamente sobre la vida. Sobre la vida de Mason en concreto, quien ve los errores de sus padres y los sufre con impotencia y sin capacidad de elección, pero que aún así se lo perdona todo, porque los quiere, porque son sus padres; va sobre una madre divorciada y desesperada por lograr estabilidad familiar, lo que le lleva a tomar decisiones precipitadas, lo que le lleva a equivocarse, porque es humana;
Boyhood va de mi vida, va de tu vida; de cualquiera vida puede sacarse algún símil, y lo consigue. Quizás haya ayudado mi cercanía generacional con el protagonista, pero
Boyhood me ha hecho recordar las escenas más vulgares y triviales que he vivido y que, estoy seguro de ello, muchos más como yo han experimentado. Y me he emocionado recordándolo. Me he sorprendido en el cine con una sonrisa tonta en mi cara: no soy tan diferente, otros chicos han vivido lo mismo, y eso está bien, y es que una de las genialidades de esta película es que no busca ser emotiva, no provoca la lágrima fácil (véase adaptaciones de las novelas de Nicholas Sparks o
Bajo la misma estrella, se fuerzan las emociones); lloras tú, te sonríes tú porque ves en la película un reflejo más o menos cercano a tu historia, que es tu mayor realidad.
Por otra parte, es digno resaltar cómo el director recurre a elementos que te invitan a especular sobre el año por el que vamos, como con la escena en la que Mason juega a la Wii, o cuando su hermanastro saca el 20Q en una de esas interminables esperas en los restaurantes que todos hemos sufrido, o más aún ¿Qué persona de mi generación puede no haberse parado a pensar en el tiempo que ha pasado desde que tuvimos una entre nuestras manos cuando Mason juega con una Game Boy?
La lista sigue con la serie de Dragon Ball, las discusiones sobre la Guerra de las Galaxias, la prima de Mason cantando
We're all in this together, de High School Musical 1 o la "fiebre Potter" que tanto nos ha marcado a tantas millones de personas y tanto nos ha hecho soñar con el momento en el que la carta con destino a Hogwarts llegaría a nuestra casa. Pues bien, Mason no es diferente.
Mención aparte merece la banda sonora, un nuevo y bien estudiado hilo conductor que nos invita a los amantes de la música a ilusionarnos al recordar viejos éxitos, como ese "
Oops I did it again" de Britney Spears,
Yellow de Coldplay (ambas del año 2000) o el alternativo
Somebody that I used to know, de Gotye, por no hablar de
Hero, de Family of the year, una llamada a la inocencia y la honestidad que se impone como tema promocional de la película: qué buen gusto.
Aún así, todo esto está lejos de ser suficiente para explicar lo que representa
Boyhood. Como hemos dicho,
Boyhood trata el paso del tiempo reflejando las cotidianidades del día a día sin forzar en absoluto ninguna situaciçon. Después de llevar disfrutando la película dos horas y veinte, llegamos a un punto crítico en el que Patricia Arquette muestra lo mejor de su interpretación con su desgarradora, sentida y última frase de la película "Creí que habría algo más", y es que todos sus esfuerzos como madre de conseguir una pareja estable, terminar sus estudios para conseguir un trabajo mejor, iban destinados a aportar una buena condición de vida a sus hijos y para que pudieran continuar sus estudios en la costosa universidad. Al ver que llega ese momento se da cuenta de algo: Ha vivido los últimos años poniendo tantas expectativas en un momento concreto que no ha sabido disfrutar tanto de sus hijos ni de su vida como debería haber hecho, y al llegar el momento de la despedia, éste ha pasado tan rápido que lo que queda es una madre desorientada y perdida en un presente en el que está más sola. El reloj nunca para. Linklater nos ha dado una doble lección aquí.
Por una parte, nos invita a reflexionar sobre si hemos aprovechado y valorado nuestra vida como se merecía y si queremos seguir viéndola con los mismos ojos, o si por el contrario, vamos a pasar por el mundo deseando ser más guapos, más delgados, más fuertes, más adultos... más diferentes de lo que realmente somos. Deseamos las cosas cuando ya no las tenemos, y en dos horas y media vemos crecer a un niño que no se da cuenta hasta el final de que ya no es un niño, y es entonces cuando desea más que nunca serlo, despreocuparse de los problemas de los mayores, vivir a su bola centrándose solo en ser feliz, pero la película ya ha pasado.
La filosofía de disfrutar y valorar los momentos de una vida se muestra tal cual en
Boyhood, sin una estructura marcada (el arte no puede establecerse límites) en la que el minuto 1 es tan importante como el último, en la que la mayor acción que puedes encontrarte son los altibajos emocionales latentes en la vida de Mason (y en la de todos). Plantear así la película tiene la ventaja de que puede acabarse en cualquier momento, pues no hay desenlace. Finales felices o agridulces no son para
Boyhood, pues la vida sigue, y es real, no ideal, así que si eres de las personas que vive pensando en el desenlace ,
Boyhood no es para ti; Si vas a ver la película buscando un momento de gran expectación, morbo o catarsis,
Boyhood no es para ti, y si no vas a ser capaz de aguantar 2 horas y 40 minutos sin mirar el móvil o buscar un estímulo externo a la película porque "es demasiado larga",
Boyhood definitivamente no es tu película. Para eso tienes muchas otras sujetas a leyes del tiempo y forma que sin duda serán entretenidas, pero que no te impedirán estar pensando en qué te pondrás el viernes por la noche o qué harás de comer mañana cinco minutos después de salir del cine.
Boyhood te hará pensar (si la has sabido interpretar). Boyhood te dará una lección sobre la vida y no te olvidarás tan facilmente de ella, porque te marca, te descubre.
Predicar con el ejemplo y no con la opinión es una cualidad de todo aquel que haya marcado huella en la historia, para bien o para mal. Linklater es una de esas personas, y sin reproches o críticas explícitas en esta humilde pero infinitamente ambiciosa producción, ha dado una lección, no sólo a los cineastas, que con proyectos mucho más caros y pretenciosos pretenden denunciar distintas situaciones (¿De verdad
Birdman, una película tan artificial y estudiada e injusta ganadora del Oscar a mejor película, pretende denunciar el artificio de Hollywood?), muchas veces resultando ineficaces estos intentos, sino sobretodo a los espectadores que infravaloren esta obra magna aludiendo que "no es para tanto" y que "No pasa nada en toda la película", pues se estarían retractando, quedarían reflejados en la (implícita, pero presente) crítica principal de la película: Pasamos la vida esperando a que pase algo cuando lo único que pasa es la vida. La línea de meta ha de estar en cada paso que demos en nuestro camino, que es la vida.
Gracias Linklater
Puntuación: 10