sábado, 26 de marzo de 2016

Demi Lovato - Unbroken




Nadie habría sospechado en aquel verano de 2010 que la joven promesa de Disney Channel Demi Lovato pasaba por uno de los momentos más inestables de su vida mientras salía con el casting de Camp Rock en un exitoso tour por diferentes zonas de EEUU. Todo olía bien, claro, hasta que de un día para otro nos enteramos que la cantante y actriz había decidido internarse voluntariamente en un centro de desintoxicación y tratamiento de desórdenes mentales tras haberle asestado un puñetazo a una de las bailarinas  que actuaba junto a ella en algunos de los temas de la ya mencionada película Camp Rock. Las declaraciones: esa cantante que hasta ese momento era un ejemplo para muchos adolescentes resultó tener desórdenes alimenticios como anorexia y bulimia, además de un trastorno bipolar y cierta predisposición a consumir con frecuencia drogas. Afortunadamente, tres meses ingresada tras un admirable reconocimiento de sus problemas fueron suficiente para encauzar la vida de esta artista, que hasta día de hoy admite que la anorexia y bipolaridad son enfermedades que nos acompañan de por vida por mucho que se vayan apagando, pero que se pueden combatir e ir venciendo con ayuda. Hace escasos días, la cantante tejana celebraba por twitter su cuarto aniversario de sobriedad absoluta, hecho que celebramos desde aquí.
Sin embargo, por mucho que se hiciera en esos tres meses,  está claro que los avances se consiguen poco a poco, y en 2011 tras salir del centro de desintoxicación vimos a una Demi Lovato insegura en entrevistas en las que hablaba incansablemente de la necesidad de pedir ayuda cuando la necesitamos (pues eso ha sido su salvación) y de cómo este bache en su vida ha redefinido su música, sus intenciones y su mensaje. Quizás todo se le vino encima y se apoyó en demasiadas personas para hacer de su tercer trabajo uno épico en el que se reflejara a esa Demi Lovato renovada, un intento de incoherencia que, por lo que parece, le dio punto y final a ese sonido pop-rock que con tanta certeza definió Here we go again.
Es de agradecer que Unbroken no se haya convertido en un típico álbum de superación, pero no es coherente que alguien que asegura sentirse sincera consigo misma acepte en un disco tan estratégico en su carrera colaboraciones con intérpretes que le son indiferentes musicalmente como puede ser Jason Derulo, Missy Elliot o Dev. ¿Cómo ha pasado de trabajar con personas como John Mayer, John McLaughlin o Nick Jonas a  colaborar con Timbaland o Ryan Tedder? Está claro que la cantante deseaba sonar a 2011, aunque no fuera su sonido, quería demostrar que ella también podía hacer canciones "guays", canciones que le permitieran entrar en la radiofórmula (cosa que no había conseguido hasta ese momento), aunque ello supusiera renunciar al sonido en el que se estaba asentando. Entendemos que es esa la  razón de  ese cambio tan radical en los colaboradores de su música y de su falta de implicación en los temas, muchos de ellos ni siquiera coescritos por ella, como You're my only shorty, canción ya conocida e interpretada incluso en directo por Ariana Grande antes de que  se convirtiera en una estrella internacional; Mistake  (salvo la letra, la canción ya existía. Simplemente tuvieron que comprar los derechos sobre ella) o  la magífica pieza soul en la que presenciamos encantados un control vocal de la cantante envidiable: My love is like a star, compuesta por James Morrison y adaptada  por Toby Gad. Es éste último el mayor reponsable del tema de presentación de Unbroken: Skyscraper, la canción que, por muy balada pop estándar a piano que sea, nos marcó a todos un poquito por esa interpretación vocal tan inestable (en el mejor sentido de la palabra) y quebrada, el tema que daría voz al mensaje de superación para todas las personas que puedan haberse visto en una situación similar a la de la artista. 
Tanta renuncia en su implicación en el disco por parte de la cantante tiene sus consecuencias, y en general son negativas. Desde el corte de presentación All Night long hasta el final, vemos a Lovato moverse por una variedad musical inasumible para tratarse de un solo disco en su desesperación de demostrar lo versátil que puede ser (cuando sabemos que no lo es), intentando adaptarse a cada canción y no al revés. Y así la vemos  en registros graves bastante hostiles para ella como en Mistake o en las estrofas del tema pop Give your heart  a break, en baladas muy poco contenidas como Lightweight o en temas electro-pop mal planteados como Unbroken, que podría haber sido un hit si se hubiera puesto en manos de alguien como Zedd, Max Martin... pero no de Dreamlab, equipo que ha compuesto total o parcialmente dos de los temas más cutres que recordamos en la carrera de Demi: Hold up y Mistake o que ha hecho del mencionado tema Unbroken un batiburrillo de loops y sintetizadores a la altura del más simple editor de audios.



Quizás Timbaland no haya hecho del todo mal su trabajo, pues All night long, con esa esencia hip hop y una acertada interpretación dan un comienzo apetecible al disco, y Lightweight quizás con un par de pinceladas más habría sonado menos bruta, pero no desencanta. El sobrevalorado Ryan Tedder sí que no ha hecho un buen trabajo con Who's that boy, no solo por una letra simplista, sino sobretodo por una producción que pretende incrustar forzadamente un sonido R&B que no tiene continuidad en el álbum (y menos mal).
Desde luego, como compositora, Lovato no se ha implicado mucho en el resultado de Unbroken, y cuando lo hace, se apoya en tres personas más, y es por eso que siguen apareciendo temas de relleno como Together, realmente lamentable e infantil.
La luz, no obstante, llega en Unbroken no solo de la mano de You're my only shorty que, reconozcámoslo, le queda a la cantante como anillo al dedo, o por esa sencilla, potente y  cálida balada Fix a Heart, sino de la impecable recta final del disco que lo salva de un fracaso estrepitoso. Give you heart a break es  de lo mejor del álbum, con ese comienzo muy a lo Viva La Vida de Coldplay y un estribillo potente y fresco. In real life es un acercamiento al  R&B que merece la pena recordar  con  una letra fluida y pícara y unas estrofras sobresalientes y bien instrumentadas. A my love is like a star le sigue For the love of a daughter, ese brutal tema dedicado a la delicada relación con su padre. El tema es muy sentido y la letra, escrita por ella (por fin) , es la mejor composición del disco de lejos, pero es injusto darle el mérito de esta canción a Unbroken cuando ya había sido escrita y producida para su anterior disco (podéis oir la versión original aquí) y, de hecho, mucho mejor  que en Unbroken , pues seguía coherentemente el sonido de Here we go again sin dejar de ser emocionante para nada, así que no tiene mérito como parte de Unbroken, sino que, en todo caso, le da más prestigio  a su segundo álbum.
Todo este repertorio nos deja muy fríos, incapaces de acostumbrarnos a una Demi Lovato diferente prácticamente en cada tema. Como conjunto es indiscutible que no funciona, pero ello no nos impide darnos cuenta de la cantidad de grandes temas que existen en Unbroken y que lo salvan del fracaso por parte de la crítica. Desearíamos ver a esta cantante seguir el camino  de músico que nos vendía antes, componiendo, tocando el piano, la guitarra, etc. Mucho talento mal aprovechado que nos deja con una sensación agridulce





Puntuación: 6,4/10

Destacamos: Give your heart a break, Skyscraper, My love is like a Star, For the love of a daughter.

lunes, 7 de marzo de 2016

Spotlight






La mayor sorpresa en la ceremonia de  la entrega de los Oscar 2016 fue probablemente la que nombra a la mejor película del año ( el premio más relevante de la gala), que no fue, en contra de los pronósticos, para El renacido, de Alejandro González Iñárritu, sino que se lo llevó el drama de investigación Spotlight, dirigido y coescrito por Tom McCarthy y ambientado en 2001  en Boston. Concretamente, trata sobre el trabajo llevado a cabo por la unidad de investigación del Boston Globe (llamada Spotlight) del estudio de casos de pederastia en la Iglesia de Boston . Los números asustan, y en ello se sostiene el final de Spotlight para conmocionarnos tras casi dos horas de expectación, dos horas en las que podemos ver plasmado sin grandes aspavientos periodismo de investigación de calidad, metodología  inmejorable en cada paso que dan los profesionales para la redacción de un reportaje que, no solo mejoraría el prestigio de su periódico diario, sino que  también ayudaría a destapar una actividad de pederastia mundialmente extendida dentro de la Iglesia Católica y evidenciaría la falta de iniciativa del Vaticano para parar y erradicar un asunto que manchará a esta institución para siempre. Tom McCarthy nos anima con este filme a desconfiar y a no tener condescendencia con las instituciones más poderosas, pues es nuestra pasividad su mayor baza. Sin embargo, por encima de esa crítica a la Iglesia Católica,  el objetivo principal de esta película es, como se dijo antes, el reconocimiento a la profesión de periodismo  serio y el rechazo del periodismo exprés, a la idea que tenemos hoy de que periodista puede serlo cualquiera. En Spotlight vemos a un magnífico reparto (en el que nos gustaría destacar  a Rachel McAdams y Stanley Tucci)  que no descuida un solo detalle de una investigación que se convierte en parte de su vida, en algo personal para ellos hasta poder tener una buena noticia que contar. Para ello, hacen una búsqueda minuciosa en hemerotecas, en su propio historial (y en el escaso seguimiento que hicieron en el pasado de estos sucesos) e incluso entrevistan  a víctimas que han decidido dar la cara y relatar con detalle los abusos a los que fueron sometidos. 



El gran  pero de esta película es lo plana que resulta. No hay momento de auge en una historia que así lo merecía y, cuando parece llegar, las luces se encienden y la película acaba. Habría estado bien conocer algo más sobre las repercusiones que tuvo esa noticia sobre el periódico Boston Globe y sobre los implicados en la investigación; conocer la respuesta de la Iglesia  a semejante reportaje, algo más. Quizás un Oscar a mejor película es excesivo y realmente El renacido lo merecía más. Pero no deja de alegrarnos que lo haya ganado Spotlight, pues todo premio de gran importancia tiene, al fin y al cabo, una repercusión política e ideológica en el resto del mundo, y es necesario extender mensajes como el de Spotlight: exaltar el papel de grandes instituciones como la de La Iglesia Católica en nuestras vidas, ¿sigue cobrando sentido en el siglo XXI? ¿Incluso cuando en su seno se tapan casos de abusos a menores -más de 17.000 sólo en EEUU- que fuera, en la vida real y cotidiana estarían penados con cárcel? ¿Dónde están esos sacerdotes ahora?
Tras el estreno de Spotlight, la periodista  a la que encarna Rachel McAdams  -Sacha Pfeiffer- relata que muchas de las personas que sufrieron abusos hablaron por primera vez al ver la película. Sintieron que no estaban solos. Ya sólo por eso, Bravo Spotlight. Bravo Tom.


Puntuación: 8,4/10